Recibes mensajes de texto sin tú haberlos solicitado: Ni el correo postal, ni las compañías de envío de paquetes te mandarán textos que tú no hayas solicitado. Como único sí podrían textearte es si tú optas por recibir actualizaciones para monitorear algún paquete que estés esperando.

No hay un número de rastreo (“tracking number”) incluido en el texto, forzándote a hacer clic en su enlace. Y aunque incluya un número de rastreo, desconfía y ve directamente a la página oficial de la compañía para confirmar la autenticidad del número provisto; no lo ingreses en el enlace que te enviaron.

Información del remitente es sospechosa:  Los mensajes de estafa suelen proceder de direcciones de correos electrónicos, números de teléfono o URLs (Uniform Resource Locator) que parecen sospechosos o no coinciden con los detalles de contacto oficiales del supuesto remitente.

Urgencia y amenazas: Los estafadores típicamente crean un sentido de urgencia, por ejemplo, afirmando que un paquete no se puede entregar a menos que actúes rápidamente, presionándote para que les brindes tu información personal o hagas clic en un enlace. ¡No lo hagas!

Errores gramaticales: Las faltas ortográficas son un buen indicador de que un mensaje puede ser fraudulento.

Solicitud de información personal: Las empresas legítimas no solicitan información sensitiva como los datos de tu tarjeta de débito o crédito o usuario y contraseña  a través de plataformas poco seguras como SMS o correo electrónico.

URLs (Uniform Resource Locator) desiguales o extraños: Los enlaces en los mensajes de estafa a menudo llevan a sitios web que imitan la apariencia de empresas legítimas. Por eso, hay que fijarse bien en los URLs, porque los que son fraudulentos difieren bien poco de los sitios web oficiales de las empresas.